“Una urgencia puede convertirse en pretexto perfecto para organizar. No es el escenario ideal pero en muchos casos realmente funciona activando los sensores”

Ser organizado o no, no hace diferencia. Muchas veces hemos tenido episodios en casa o en el trabajo, en que nos vemos abrumados por la cantidad de cosas por hacer. Esa adrenalina que se vierte en el torrente, hace que nos avispemos y tomemos cartas en el asunto. No queremos quedar mal, ser regañados o resultar atrapados en la furia del último minuto.

Descubrí o mejor dicho, recapacite pues lo sabía, que el sentimiento de urgencia bien canalizado, puede ser un poderos motivante para organizar. En días pasados, se mandó a hacer un mueble empotrado en el hueco destinado a clóset en nuestro estudio. Ese espacio funciona como lugar para lectura, relajación y para mirar televisión. Entonces no requeríamos un armario en el estricto sentido de la palabra. Por eso se tomó la decisión de eliminar el tubo colgador y sacar un baúl con ruedas que contenía papeles y buscarle un lugar entre nuestra familia y amistades.

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El colgador lo usábamos para poner prendas de invierno, y aunque el nuevo mueble tendría un pequeño espacio para colgar, era imprescindible hacer una purga de chamarras y abrigos sin uso, dejando solo aquello que realmente servía un propósito. Pero precisamente del asunto del baúl del que quiero hablar. En su interior, había papeles que se remontaban a casi 14 años de antigüedad. ¿Qué tipo de papeles? Impresiones de correos electrónicos, testigos de una extensión epistolar de un amor de varios años; comprobantes de pagos de servicios de telefonía, cable, gas, agua y electricidad, entre otros; cromos de paradisíacos lugares, escenas de ciencia ficción o personajes de película.

Utilizando mi guía para descartar papeles, empezamos a revisar cada papel, cada documento, cada panfleto o volante que se iba apareciendo. Ya no podíamos guardar tanta cosa, especialmente porque debíamos perder ese baúl que contenía años de responsabilidades. Se sometió todo a escrutinio y dejamos lo verdaderamente importante, mismo que se acomodó a la perfección en los archivos de uso corriente que se tienen junto a la computadora. Por años fuimos negligentes porque había espacio suficiente y sobrado para guardar, pero ante la urgencia de vaciar el baúl y saber que no tendríamos más esa holgura para organizar, pues tomamos cartas en el asunto.

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La necesidad es la madre de la inventiva y en este caso la urgencia fue la progenitora del orden. En muchas ocasiones nos vemos forzados y motivados a hacer cambios, limpiezas, trabajos y organizaciones llevados por la urgencia. Claro hay casos más severos, como por ejemplo, mudanzas imprevistas, avisos de desahucio, donde no es siquiera opción pensar en no cumplir con el cometido. Otras situaciones de urgencia se pueden presentar por decisiones postergadas. Casos como la visita de parientes o amigos a quedarse en casa; una fiesta que requiere poner en orden la habitación, etc.

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Lo ideal es que ante toda situación se prevea anticipadamente, que no se postergue en la medida de lo posible, evitando así cualquier tipo de urgencia estresante. En nuestro caso la urgencia se presentó porque se decidió sobre el mueble de manera muy rápida, casi no pasó tiempo entre el presupuesto, la decisión de hacerlo y en este caso el carpintero trabajó con una velocidad impresionante, lo que no nos dejó más remedio que usar esa prontitud para atender asuntos asentados por tiempo. Tal vez si la decisión del cambio, no tendríamos un baúl vacío.

Lo más chistoso de la experiencia fue, que se pudo encontrar un lugar especial en nuestra misma casa, no tuvimos que deshacernos de la pieza pero si logramos tener un sitio para ahora organizar varios recuerdos de importancia y tenerlos a buen resguardo.