Creo que la mayoría de nosotros hemos visto al menos uno de esos programas de televisión del género de reality tv dedicados al mejoramiento drástico de la imagen de un individuo que se siente dejado de la mano de dios y por razones más o menos válidas sus allegados lo nominan para recibir el cambio de su vida por el que mágicamente sus problemas, especialmente de belleza desaparecerán dejando en su lugar un sujeto nuevo con bellísima sonrisa, guardarropa a medida y filosofía de la vida completamente renovada. Todo es como miel sobre hojuelas pero a mi parecer es un buen aliciente pero de ningún modo es la píldora mágica de la felicidad.
Puntos a favor. Lo que resulta positivo de un cambio radical de imagen, es que puede propulsar la autoestima a niveles insospechados por el individuo, mejorar su apariencia incremente la percepción de sí mismo. Cuando se conduce con la gente indicada, llámense estilistas, asesores de imagen o amistades que tienen más sensibilidad en materia estética se tendrá una guía de lo que favorece más de acuerdo a tipos de cuerpo, colores de piel, actividades a realizar, etc. Dado que la mayoría somos impacientes el lograr grandes cambios en periodos cortos de tiempo se vuelve una experiencia lúdica y enriquecedora. Mejora la capacidad individual de apreciación y aprendizaje a la apertura al cambio.
Puntos en contra. La contraparte negativa, pues todo es como una moneda con dos caras, es que si no se tiene una plena apertura al cambio, este resultará de lo más incómodo pues tener la mente cerrada aún cuando los brazos estén abiertos terminará por ser una dolorosa experiencia especialmente en el momento que el sujeto se encuentre solo frente al espejo acompañado por nada más que sus pensamientos. Rechazo interior es lo que mejor se define como punto en contra, pues un cambio abrupto no siempre es una situación ideal sobre todo si se tienen problemas de control de las circunstancias. Si falta de atención en alguna parte del proceso, aunque se tenga el deseo de cambiar, terminará en una situación más o menos desastrosa cuando ya sea labor del individuo repetir y continuar la imagen dada a él; esto es como cuando vamos a cortarnos el cabello o a una sesión de automaquillaje, mientras estamos en la silla de la estética todo marcha bien, cuando nos levantamos nos vemos fabulosos y cuando llegamos a casa a bañarnos tratando de repetir el éxito resulta que terminamos, exagerando, como restauración del “Ecce Homo” en Zaragoza España, ahí sobreviene la catarsis de sentirnos peor de cómo empezamos.
Finalmente puedo decirles, que debemos ser cautos al optar por un Extreme Makeover, estar atento a todo el proceso y participar activamente de dicho proceso para que después de que levante el sol, las expectativas se puedan alcanzar y no termine siendo solo una llamarada de petate.