Al organizar contracorriente cualquier espacio el tiempo es vital; ante inevitables contratiempos, los organizadores profesionales demostramos la casta.
Llega el momento, ya todo está organizado, empacado, listo. De hecho ya está listo hasta el calendario con fecha y hora para cada movimiento. Y de repente te avisan, el nuevo sitio aún no está listo. ¿Qué hacer en ese momento? ¿Entrar en pánico es una solución aceptable? Como organizador profesional, claro que se vale entrar en pánico, pero lo que no es válido, demostrarlo, tú tienes el control y tus gestos, tu lenguaje corporal y tu voz deberán mostrarle al cliente que estás inamovible y en perfecta calma. En ese momento, pones en acción el plan B, el C, el D y todos los que sean pertinentes para hacer del proyecto un éxito rotundo.
Cuando El Plan Descarrila
Organizar acorde a un plan es esencial, como organizadores lo sabemos, pero no pocas veces, el plan descarrila y algo no sale acorde a él. De hecho, por alguna razón ese contratiempo, llama a otro, y tal vez a otros más. El nivel de estrés empieza a escalar y llega a tocar el techo, sintiendo que nos ahoga. Parte de la destreza que debemos tener al ser organizadores es la capacidad de idear uno y miles de planes. Si el plan colapsa pues se implementa uno nuevo sobre la marcha, pero con tal pericia que el cliente no sienta que nos quebramos junto con el plan. Es la importancia de un organizador profesional en un proyecto, salir con soluciones, de hecho nos ganamos la vida dando soluciones, no generando problemas.
Se los digo porque en mi experiencia de organizador ha habido ocasiones en las que la entrega de un mobiliario, el instalador de un sistema de estantería, la existencia de cierto tipo de contenedores, o la persona que se encarga de llevarse las donaciones a destino han fallado. A veces solo uno, a veces varios en cadena y pues de una manera u otra, tengo que subsanar esa ruptura de ritmo en las labores. Nunca se está exento en el universo de la organización. Organizar es todo un reto y ser el orquestador de los sistemas de organización implica estar preparado para todo contratiempo menor o mayor. Pero cuando se trata de organizar contracorriente la exigencia mayor es mental, porque debemos enfrentar el estrés a niveles superiores.
[Tweet “Si El Plan A Falla, Recorre El Abecedario Para Encontrar El Plan Que Sustituya”]
¿Cómo Se Relaciona En Mi Casa?
A nivel profesional, hablar de un plan que descarrila al organizar es hablar de un proyecto que enfrenta problemas por falta de planeación o simplemente porque alguno de los subcontratistas falla en sus obligaciones. En casa el descarrilamiento se relaciona más a la propia actitud. Sentirnos abrumados porque no avanzamos, tener un retroceso o sentirnos ansiosos por no soltar, incluso exhaustos porque la emoción se manifiesta negativamente en el aspecto físico. Estos son solo algunos de los elementos que propician que organizar nuestro proyecto se vea ralentizado, o que simplemente no se cumpla. Muchas veces llega a suceder que una misma persona trata y trata en vano de organizar la casa, la oficina, el garaje, pero sus esfuerzos no fructifican. Ya sea porque se quiere uno comer el mundo y organizar en un solo fin de semana, ya sea porque no hay una preparación emocional para dejar ir aquello que no tiene sentido en nuestra vida ya, o porque no tenemos la dirección de una persona que facilite el proceso (aquí es donde contratar un organizador profesional rinde frutos).
En la organización de nuestros propios proyectos, debemos aplicar técnicas varias que nos hagan sentir cómodos con el esfuerzo que empleamos y el tiempo invertido; la razón, no quemar las energías de golpe, recuerden que es mejor un paso que dure a un trote que nos canse. Pueden revisar las publicaciones que he hecho al respecto de facilitar el proceso de organización a lo largo de la vida de NACHOrganiza, y si el contratiempo al organizar se presenta en casa como particular, o en un proyecto como profesional, no hay que ceder ante el pánico, hay que respirar y agarrar las cosas como vengan, con la sabiduría que podemos resolver favorablemente todo, haciendo de organizar contracorriente una experiencia enriquecedora.